Novel·la pausada

Antes de seguir publicando aquí publicaré en Watppad a ver si ahí alguien comenta algo porque desde luego por aquí... Solo comentáis si dejo de publicar, y pues sin comentarios se me hace mucho más pesado publicar, así que cuando vea un mínimo de interés por aquí ya volveré...
Hasta pronto <3

7: Una semana

Ya no intento gritar, en estas situaciones nunca me sale la voz.
Me dirijo corriendo hacia él, aunque se que esta muerto, una mínima esperanza espera que la que ha muerto sea Vintesolen. Pero no. Me quedo a su lado no sé exactamente por qué. Hasta que oigo un cañonazo. Dirijo mi mirada hacia Vintesolen, pero ella aún respira forzosamente.
Recojo todo lo más imprescindible y me alejo de aqllí.
El cañonazo de antes, puede ser o Renata o Dimitri. Una parte de mi quiere que Renata siga bien, pero por otro lado recuerdo que solo puede haber un vencedor, y que si no la ha matado Dimitri, es posible que haya muerto puesto que Dimitri le lleva dos años y es el doble que ella.
“Que él la haya matado es lo mejor, así no seré yo quien la mate” me digo a mi misma, aunque no puedo evitar sentirme mal ya que me sabe mal todo lo que ha hecho para llegar hasta aquí, y más su hermano, quien se presento voluntario para protegerla y a la vez salvó a Austin de esta pesadilla.

Hoy he perdido a lo que me quedaba de equipo, a la adorable y fucsia Renata, y al fuerte y tatuado Ladislao,

La primera vez que vi a Renata a penas me fije en ella, y ahora me sorprende ya que es difícil de pasar desapercibida, tiene una melena muy rubia, casi blanca, llena de mechas fucsias y rojas, normalmente recogida en dos coletas bajas. Sus cejas y pestañas del mismo rubio que su pelo y con reflejos rosas muy claritos que apenas se notan. Sus ojos eran preciosos, de un gris azulado y una pupila enorme de la cual salían una especie de rayos rojos.
En cambio a Lads sí que lo conocía, iba a mi instituto y era un curso mayor. La verdad, mis amigas y yo siempre le hemos tenido miedo. Su pelo era tan negro que parecía azul, el mismo color de sus labios y sus ojos erán naranjas, la gente decía que eran como las pulseras que brillan en la ocsuridad. Tenia la piel azulada, en el brazo derecho tenía tatuada una historia muy antigua “Romeo y Julieta”. Y los tatuajes de la espalda, eran, por lo que había oído, dibujos que le hizo su hermana.
Creo que nunca he visto a unos hermanos tan unidos, Ladislao se presentó voluntario para salvar a su hermana sabiendo que él moriria.
Durante los entrenamientos él no se preocupaba por aprender, si no de que su hermana lo hiciera. Aunque tratara duramente a su hermana
Salgo de ahí rapidamente, cojo la manta, un poco de fruta, agua y mi querida arma.
No tengo ganas de ver las muertes de hoy, no tengo ni ganas ni alma, sé perfectamente que quedamos tres, y que mínimo deberé matar a uno para salir de esto viva.
Me dispongo a subir un árbol pero estoy demasiado cansada incluso para eso.
Así que me apoyo en el árbol y me dispongo a descansar.
Noto las manos heladas y abro los ojos de golpe, cuando veo todo lo que me rodea me levanto inmediatamente. Y justo cuando me pongo en pie algo cae sobre mi.
Una maravillosa jaula, me acaban de cazar, y no solo eso, en estos metros cuadrados lo único que tengo es la blanca nieve. Estoy en otro jardín, recuerdo la nieve de unos juegos donde morían más de frio que de asesinatos y las jaulas, esas si que las recuerdo a la perfección, justo el último año de Tigris, la mayoría de tributos no dejaban de ser niños, y el capitolio añadió trampas para que se mataran entre ellos más rápidamente.
Estaré encerrada en esta jaula durante diez horas, y lo único que tengo es una mochila con una buena manta y fruta, un poco pasada, pero comestible.
Eso estaría bien de no ser porque eso junto a mis dardos están bajo la nieve. Sería muy útil tener ahora mismo esos feos guantes que me regaló mi hermano hace un par de años, pero no los tengo, así que debo meter mis manos desnudas bajo la nieve para rescatarlo. Poco a poco y sin prisa alguna introduzco mis manos, las puntas de los dedos apenas lo notan, pero al llegar a mis muñecas empiezo a notar el hielo en mis venas, y no solo eso, mis manos se vuelven torpes de repente. Saco rápidamente mis manos, durante un segundo tengo el impulso de sacudirlas, pero decido meterlas de nuevo lo antes posible, pero esta vez de golpe.
Lo hago todo casi sin pensar, intentando enviar todo mi calor corporal a mis manos. Finalmente alcanzo mi lanzador de dardos y lo saco. Para sacar la mochila tengo que esforzarme un poco más, pero lo consigo. Planteo taparme con la manta, pero quedarme quieta durante diez horas con esta nevada no es muy buena idea. Debo mantenerme activa, en movimiento, quiero bailar, practicar la coreografía que practiqué aquel día que Katniss destruyó la arena, esa coreografía que vio Austin, quien me hizo sonrojar tantísimo. Pero se vería demasiado ridículo.
Finalmente decido ponerme a practicar lucha con mi arma, lo que me parece apropiado porque ahora mismo corro dos peligros: que me encuentren aquí atrapada y que me maten fácilmente o morir congelada.Y haciendo esto evito un poco para ambos casos.
Cada dos horas aproximadamente descanso media con la manta, hasta que desde detrás de los arbustos empieza a moverse algo, no dudo un segundo y cargo mis dardos. Justo cuando sale disparo. Cañonazo. Veo como Vintisolen cae desplomada.Y la miro durante más de una hora. No la recogerán hasta que yo me aparte, y no me apartaré hasta que mi jaula se abra.
Al fin me abren, y corro para alejarme de ahí sin mirar atrás. Sin mirar mi obra, mi asesinato. Solamente sé una cosa del destino hacia el que corro. Esta lejos de todo esto.

Poco a poco mi ritmo baja hasta que me quedo quieta y dejo mis pertenencias en el suelo. Y me quedo ahí plantada, sin pensar en nada. Solo respirando, manteniéndome con vida.
Me siento renovada, y con hambre, con mucha hambre. Cojo una manzana y me la como en dos bocados. Intento obligarme a guardar las otras, pero es un esfuerzo inútil. Me lo acabo todo, de todas formas ya es hora de ir buscando más comida.
Entonces llego al primer jardín. Aquel que descubrí el segundo día que llegué a la arena. Cuando iba con Leria y Renata. Decido entrar porque de todas formar aquel era el jardín más inofensivo, o eso creía porque cuando entro me vienen todos los recuerdos de esta semana. Y de repente se me hace increíble ver lo rápido que cambia tu vida en tan solo siete días. Como en tan poco tiempo llegas a apreciar y querer a alguien, y menos tiempo aún que se tarda en perderlos, para siempre.
Por primera vez caigo en cuenta en la real gravedad del asunto, siempre he sabido que eran una idiotez, pero ahora mismo, en este jardín me doy cuenta de lo que esta arena me ha cambiado. La primera vez que entré tenía un grupo de alidos fuertes y divertidos, y ahora estoy sola. Aquel día yo era una chica normal con un futuro cruel. Ahora soy una chica cruel que ha acabado con el futuro de otros. Y es ahora cuando me doy cuenta de todo lo que me han obligado a destrozar.
En este tiempo me he perdido a mi misma, estoy completamente irreconocible. Y no solo desde que entré en la arena, si no desde que Katniss destruyó la arena del vasallaje. Nada a vuelto a ser normal, y está claro que jamás lo volverá a ser. Si aún conservo mi cordura es porque tengo que regresar a casa.
Aunque a que precio, ni siquiera sé si vale la pena seguir luchando para salir viva de la arena, seguramente lo que me espera fuera no será mucho mejor. Tal vez la arena solo sea una de las muchas pesadillas que me esperan.
Si salgo de aquí tendré que mirar a los ojos de los familiares de personas a las que yo arrebaté la vida. Tendré que volver a ver morir a todos y cada uno de los tributos. Y no sé si aguantaré también todo aquello. De hecho podría morir por el trauma si salgo vencedora de los juegos. Mi mente puede no aguantar todo esto, y yo no seré capaz de olvidar esto que está pasando.
Tal vez salga vencedora para morir allí fuera. Y haber ganado para acabar muriendo no tiene lógica. Podría coger esas bayas y tomarlas. Morir y darle la oportunidad a otro de sobrevir. Permitir vivir a otra persona que si pueda superar este trauma. Alguien que no tenga una vida tan destrozada como la mía, alguien con padres. Alguien más importante. Al fin y al cabo si yo desaparezco tampoco cambiaría tanto el mundo. Incluso tal vez mejoraría.
Al coger las bayas me viene a la mente mi madre en su habitación, con el pote de pastillas en la mano y recuerdo la rabia que sentí en ese momento. Y como por su culpa nos dejo a Ayden y a mi solos en plena rebelión. Ayden.
Vuelvo a ternerlo todo claro. Porque soy la única familia que le queda y si yo no supero esto, como superará él lo que queda aún por venir.
A más no me queda mucho para acabar. De echo solo me queda un enfrentamiento, y en “casa” deben de estar muy sorprendidos y alegres de ver hasta donde he llegado. Ahora mismo hasta yo lo estoy. En verdad, siempre he querido salir viva de aquí. Y estoy tan cerca de conseguirlo... En el fondo nunca creí que llegaría hasta aquí. Me imagino las entrevistas que ya habrán echo a mis amigos, incluso a Ayden. Y entonces tan solo me entran más ganas de regresar a casa.
Decido pasar la noche en el jardín ya que en éste, lo peor que me podría pasar es que una comadreja me mordiera. Mientras no coma nada, este parece el mejor lugar para descansar ya que el tributo que queda debe saber ya lo peligrosos que son los jardines, pero dudo que sepa que este tan solo es venenoso, así que dudo que se atreva a entrar.
Primero pensé que no querría ver las caras de los tributos que hoy han muerto, ya que ver perdido lo que quedaban de mis aliados tal vez me haría sentir pequeña y deprimirme ahora es muy negativo. Pero luego recordé que prefería que la última vez que la última vez que viera sus caras fueran ellos con su aspecto de antes de entrar a la arena. Porque como ya he dicho, uno aquí dentro cambia mucho. Y aunque lo que vería sería puramente digital, será la última vez que veo sus rostros dentro de la arena.
Así pues me dispongo a ver los tributos que han caído hoy. Los dos tributos en aparecer son Dimitri y Vientesolen. Lo cual me desconcierta porque Dimitri se suponía que era el último tributo que quedaba a parte de mi, y si él está muerto yo ya debería haber sido proclamada ganadora. Tal vez se estén retrasando o tal vez cuando Renata huyó y él la persiguió el cañonazo anunciara la muerte de Dimitri y no de ella. Lo que significaría que ahora mismo en la arena solo quedamos Renata y yo. Y eso significaría enfrentarme a ella.
Aparece Bridgid del distrito 3, y luego Ladislao, y como me temia Renata no sale. Está viva en algún escondite de esta arena. Y tengo que matarla yo o esperar a que la arena la mate y no sé cual de las dos cosas es más cruel.
Decido dormir y esperar a mañana ya que hoy ya he sentido mucho y muy intensamente, y si me fuerzo a seguir pensando podría volverme loca.

Abro los dedos y las oscuras bayas relucen al sol. Le doy un último apretón de manos a Peeta para indicarle que ha llegado el momento, para despedirme, y empezamos a contar.
Uno. —Quizá me equivoque—. Dos. —Quizá no les importe que muramos los dos—. ¡Tres!
Es demasiado tarde para cambiar de idea. Me llevo la mano a los labios y le echo un último vistazo al mundo. Justo cuando las bayas entran en la boca, las trompetas empiezan a sonar.
La voz frenética de Claudius Templesmith grita sobre nosotros:
¡Parad! ¡Parad! Damas y caballeros, me llena de orgullo presentarles a los vencedores de los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre: ¡Katniss Everdeen y Peeta Mellark! ¡Les presento a... los tributos del Distrito 12! Escupo las bayas y me limpio la lengua con el borde de la camisa para asegurarme de que no quede nada. Peeta tira de mí hacia el lago, donde los dos nos enjuagamos la boca y nos abrazamos, sin fuerzas.


Al despertar del sueño me planteo la idea de jugar igual que Katniss y así salvar a Renata también.

6: Hundirnos un poquito

-¿No piensas hablarme en todo el resto de los juego?
Walfredo se aclara la garganta y suelta:
- Que quieres que te diga, hemos cuidado a tu hermana y protegido por tal de que siguiera viva y tu no has podido hacer lo mismo por Leria.
-No compares, nosotros teníamos que ir a matar. Teníamos más posibilidades de morir. - dice Ladislao intentando calmarle.
-Pues que sepas que aquí Beaty también se ha jugado la vida por tu hermana. Tenía el brazo lleno de cristales y no quiso que se los quitara antes de asegurarse de que tu hermana estaba perfectamente. Hoy ha matado a un tal Evig, y seguro que no voluntariamente, lo hizo para proteger a Renata. Tú tenias que hacer lo mismo por Leria. ¿Y donde esta? No esta, ha muerto, y a saber si fuiste tú quien la mato.
-Tienes razón. - dice Ladislao. - yo la maté.
En ese momento a todos se nos abre los ojos como platos.
Walfredo le da un puñetazo en la barbilla y otro en el estomago que hace que Ladislao caiga al suelo. Walfredo se pone encima con intención de dejarle con los huesos destrozados, pero entonces Renata y yo los separamos.
Dejo que Renata mantenga a Walfredo ya que él es incapaz de hacer daño a una niña como Renata.
Yo ayudo a Ladislao para que se siente apoyado en un árbol y le limpio las heridas.
- No la quería matar, lo juro. - me dice.
- No es necesario que me lo expliques.
- Necesito hacerlo. Yo tenia la necesidad de protegerla, no solo porque Walfredo me lo pidiera. - continua explicando. - Sé que sentía algo más. Sé que apenas la conocía pero... Yo no quería que muriera.
- Nadie quería que muriera.
- Pero yo la maté.
Entonces callo porque no sé que decirle.
- Entramos en un jardín en el que nos pareció ver a un par de víctimas fáciles. Pero fueron espejismos. Cuando nos íbamos el suelo empezó a quemar, empezaron a salir bolas de fuego.
Cuando huíamos del jardín Leria se tropezó con una piedra afilada, y cayó de cabeza contra otra. La cantidad de sangre me despistó un poco. Me apresuré a cogerla, pero tanta sangre me mareó y me caí.
La estaba sacando a rastras ya que ni yo me podía levantar. Cuando conseguimos salir ella me pidió que la matara. Y lo hice, las manos me temblaban pero no podía dejarla ahí sufriendo.
-Hiciste bien. - levantamos la cabeza y nos encontramos a Walfredo. - Siento lo de antes.
- No pasa nada, lo entiendo. - Ladislao se gira a mirarme. - y, Beaty, gracias por cuidar tan bien de mi hermana.
-No hay de que. Dejame verte las quemaduras y heridas.
Tras curar un poco a Ladislao empezamos a montar otro campamento alrededor de un árbol.
Aquel día era muy parecido al anterior, tan solo un día creando un nuevo “campamento” y aquella noche aparecen dos muertos.
Los del distrito nueve, Gang y Raisa.
-Gang. - digo en voz baja. - A ese lo maté yo también.
-Eso es imposible, hoy no hemos matado a nadie. - dice Renata.
-Hace dos días. -digo.
-Beaty, estás empezando a delirar – me dice Walfredo divertido. - Si lo hubieras matado hace dos días hubiera salido hace dos días.
-No, yo le quité el mazo que llevaba, y le di unos simples cuchillos a cambio. Tal vez si no le hubiera....
-Sí y tal vez si no hubiera habido rebelión no estaríamos aquí – me corta Ladislao.
- Y si no hubieran inventado los juegos no se hubieran rebelado. - continua Renata con una sonrisa de oreja a oreja. Es de las pocas veces que la veo adorable y despreocupada.
- Y si no hubieran existido los días oscuros. - le sigue Walfredo y le guiña un ojo.
Seguimos así hasta que digo.
- Y si Dios no hubiera creado el mundo.
Entonces todos echamos a reír, pero no por el comentario, ni por nada en concreto. Algo parecido a cuando Annie y yo nos pusimos a reír el día que nos conocimos.
A la mañana siguiente me levanto con energías renovadas, y diría que no soy la única. Antes de mediodía vamos a buscar más comida y para nuestra mala suerte nos topamos con otro jardín.
Primero no parece nada, decidimos no entrar, ya que la última vez parecía inofensivo y casi dejamos nuestras vidas.
Pero entonces se oyen voces, y antes que pueda reaccionar Renata ya ha entrado en el jardín, y su hermano la ha seguido.
Walfredo me mira con cara de “¿Y ahora que?” me encojo de hombros y entramos.
Una vez dentro me doy cuenta de donde estamos, en el tercer vasallaje de nuevo, y esas voces son charlajos.
Renata chilla y llora, Ladislao intenta consolarla y Walfredo está en guardia con un arco que hace dos días pertenecía a Leria. Con gestos indico a Ladislao que tape los oídos a Renata, y sin dudarlo me hace caso.
Últimamente todos me hacen caso ya que soy yo quien tiene más información sobre los anteriores juegos y por lo tanto, sobre estos.
Les digo que me sigan para dirigirnos a la salida. Pero no puedo, no podemos. Todos, casi al mismo tiempo, miramos nuestros pies. Arenas movedizas, como las que rodeaban la cournucopia en los 47s juegos del hambre.
- Arenas movedizas. - informo y el par de chicos me miran con cara de “¡¿no me digas?!”, pero yo sigo. - En los 47s juegos rodeaban la cournucopia. Os seré sincera.- aprovecho que Renata tiene los oídos tapados y que con sus sollozos no podrá oírme.- Muchos tributos se hundieron en ellas, pero también algunos se salvaron.
- Los que no fueron hacia la cournucopia. - escupe Walfredo
-No, ¿me dejas acabar? - se calla y baja la mirada. - Según la cercanía estaba más o menos profundo. Y presiento que estás son bastante profundas. Ahora os diré lo que haremos para salir de ellas, ¿vale? -Asienten,y por un momento veo a dos niños pequeños.- primero, mantengamos la calma y nada de movimientos bruscos, eso solo empeoraría las cosas. Segundo, cuando nos llegue por las rodillas, o como mucho por el pecho, tenderemos a flotar, esto saldrá bien. ¿Queda claro?
Lo digo bajo, pero lo han oído, y aunque no no contesten tienen la postura firme, sé que ambos están reflexionando.
Los charlajos siguen hablando, pero son muchas voces mezcladas, entonces oigo la de Lila. “Cuando te vea te haré la vida imposible”.
Los chicos siguen sin decir nada. Noto el Sol el cual da muchísima calor. Ladislao le explica el plan a su hermana poco a poco mientras la tranquiliza. Las arenas están frías.
-¡¿Estás diciéndome que tenemos que dejarnos hundir un “poquito solo”?! - salta Walfredo casi gritando e imitando mi voz al decir esas dos últimas palabras.
Decido callar.
Pone los ojos en blanco, y después mira al cielo. Lo señala.
- El plan perfecto, dejamos hundirnos hasta la mitad para después colocarnos de espaldas y flotar, por que el ser divino nos salvará. - suspira. - ¿Es ese el plan , Beaty?¿Es ese?
- Sí.- afirmo sin intención de añadir nada más.
- ¿¡Estás mal de la cabeza?!
- No. - digo, me está poniendo de los nervios y me tengo que controlar para no explotarle palabras no aptas.
-Walfredo, haremos caso a Beaty. - dice Ladislao
-Haréis caso a Beaty. - corrige – A más si lo hacéis sois... - se calla. - es decir, venga ya, dejarnos hundir y tumbarnos de espaldas,¿no creéis que es ilógico? Te hundirás más rápido de espaldas.
-No es momento para que te de una clase sobre arenas movedizas, es lo que yo vi en aquellos juegos.- replico
-Aunque le comprendo, eh. - dice sin dirigirse hacia mi siquiera. - Solo habrá un vencedor. Y obviamente no nos cederá el puesto. ¿Cierto Beaty? - entonces al fin me mira. - Pero a mi no me engañarás.- vuelve a apartarme la mirada. - ¿Y vosotros que pretendéis hacer?
Renata mira a su hermano quien se encoge de hombros y asiente.
- Muy bien, - dice Walfredo. - imitarme estamos muy cerca de la salida.
Miro sorprendida a Renata, ella mira de nuevo a su hermano quien me gira la cara y empieza a imitar a Walfredo. Renata hace lo mismo, pero sin ser tan brusca, y yo me limito a quedarme donde estoy observando la escena.
La arena casi me llega a la rodillas, a Walfredo casi por las caderas. Se da cuenta que le estoy mirando.
-Tal vez me hunda más, pero también estoy más cerca de la salida. - me dice y yo aparto la mirada y me fijo en Renata.
Me doy cuenta que ella realmente, apenas se mueve, tan solo un poco para que su hermano crea que ella le está haciendo haciendo caso, pero en realidad está haciendo de mis instrucciones anteriores, a ella es a quien menos le cubre de los tres, pero también la más alejada de la salida.
Me pregunto cual será la extraña razón por la que me hace caso a mi antes que a su hermano.
Se da cuenta y me guiña un ojo, a lo que yo sonrío.
- Estoy a punto de salir, un solo impulso más y salgo, luego me seguirás tú. - ordena dirigiéndose a Ladislao. - Y ya sacaremos a tu hermana. Y tal vez, a esa. - dice señalándome.
Agacho la cabeza.
Walfredo se da el impuso y a continuación suelta un grito ahogado.
Todos nos fijamos en él, ahora esta hundido hasta el cuello.
-¡Para y tumbate, joder Walfredo, que te considero mi amigo!¡¿Como quieres que te vea morir?! - le grito.
- Estoy a un paso. - dice – lo siento. - añade y da el paso.
Algo salió mal en aquel sencillo paso, noté como se tensó y finalmente se hunde completamente.
Grito y después un largo silencio inunda el jardín; silencio que es interrumpido por un cañonazo que provoca que Renata se sobresalte.
- Lo siento, debimos hacerte caso. - se arrepiente Ladislao.
-Tranquilo. - digo quitando le importancia.
Entonces noto como las lagrimas recorren mis mejillas. Walfredo, el chico más bipolar e impulsivo del mundo, pero al final siempre era duro como su piedra.
- Ahora tumbate, eres el que está más hundido, déjate flotar, tumbate y sal. - le ordeno mientras reprimo las lágrimas e intento sonar firme.
Duda una milésima de segundo, pero me hace caso.
Tardamos tiempo, pero tenemos paciencia, primero sale Ladislao, luego Renata quien durante todo el proceso no dejaba de temblar, y finalmente salgo yo.
Nos dirigimos al jardín que inundamos para lavarnos y salimos de ahí lo antes que se nos es posible.
Aquella noche me dejaron hacer el primer turno.
El primero en aparecer era Walfredo.La foto que pusieron era completamente diferente al de la arena, estaba sonriendo como antes. Y me gusta tener esa última imagen suya en lugar de la de tensión justo antes de morir.

Walfredo representante del mismo distrito que yo, mi compañero, quien actuaba como hermano mayor de Leria a pesar de que ella le llevaba un año, el chico guapísimo, pelirrojo natural, musculoso, alto, con unos ojos violeta que me recordaron a mi pelo. El cotilla según Caesar. Con sus pecas, que le convertían tan deseable para todas las chicas, e incluso a algún chico homosexual. Y era normal que se autodenominara el “sex-symbol” de los capitol tributes.
¿Era solo eso lo que me gustaba de él? Está claro que no, su capacidad de hacer reír a cualquiera, donde, como, y cuando fuera. También su humildad. “Lo llevo para recordar que a pesar de todo el oro que me cubra seguiré siendo una piedra.” Dice su imagen en el cielo, aunque son imaginaciones mías ya que cuando seco mis lágrimas aparecen los tributos del 10.
Alguien me tapa con una manta y me pasa agua. Me giro y encuentro a Ladislao.
-Oye, si quieres ya te cambio el turno. - me ofrece.
Intento decirle que no pero me salen las palabras, así que me limito a negar con la cabeza.
Él asiente y solo se queda a mi lado sin preguntarme nada. Aunque no le doy importancia y vuelvo a mis pensamientos.
¿Por qué de repente pensaba en Walfredo así? ¿Era normal o yo me estaba enamorando de él y no lo quería aceptar? De todas formas eso ya daba igual, está muerto, estoy en la arena, ya estaré de romances con Austin cuando vuelva a casa.
Cuando vuelvo a la realidad noto como Ladislaome mira, y negándome a mirarle dirijo mi vista al suelo. Su mano estaba tan cerca de la mía, no recuerdo que se sentara tan cerca así que me levanto bruscamente y me voy a dormir sin decir nada.

- Te lo pasaste muy bien en los juegos ¿no? - me dice Austin, intento decir que no, pero parece que lo único que puedo hacer es asentir. -Tonteando, riendo, pasando buenos ratos con Walfredo. - me tira una mirada llena de rábia. - Completamente loca por sus huesos. Y yo aquí sufriendo por ti. ¿Si yo hubiera muerto llorarías como lo hiciste por él?- y parece que esta vez ya no pude asentir, y negué. - Lo sabía. ¿esto es amor? - volví a negar. - pero ahí no acaba la cosa, eh. También estuviste de manitas con Ladislao. No lo pasaste tan mal allí, excepto por sus muertos, esta claro. Y dime ¿pretendes que sigamos juntos? - niego de nuevo. - Mejor, porque yo no estoy dispuesto. - dice Austin y desaparece en la oscuridad.

Me despierto y compruebo que sigo en la arena. Renata esta haciendo guardia y Ladislao duerme un metro más allá.
- Ya acabo yo tu turno. - digo y ella duda. - Yo no acabe el mío.
Asiente y se va con su hermano.
Me quedo mirando el amanecer y muero de ganas por que Austin estuviera para verlo, no en la arena, claro, pero ojalá estuviera yo con él. Y es que son estos momentos cuando realmente te das cuenta a quien quieres.
Estoy más decidida a ganar estos juegos, y no debo estar tan lejos. Si no he calculado mal debemos ser seis en la arena, este debe ser el momento más indicado para irme empiezo a preparar mis cosas en una bolsa.
-Buenos días. - me saluda Ladislao.
Genial” pienso, de momento no me podré ir sin pelear.
-Gracias por acabar el turno de mi hermana. - me dice él.
-Bueno, tu acabaste el mío, es lo justo...
-¿Donde ibas con la bolsa? - me interrumpe curiosamente Renata.
-En busca de comida. -miento.
- Vamos juntos, espera un momento. - me sugiere Renata.
-Déjala. Tal vez quiere estar sola, tenía una muy buena relación con Walf. - le dice Ladislao.
Pero en sus palabras noto algo más a parte de comprensión. ¿Ironía? ¿Eso es una indirecta?¿Celos?
Aunque me da absoluto igual, no es ni el momento ni el lugar para sus tonterias.
-Vale, os espero, así vamos todos juntos. - digo, no quiero que note que me quiero separar.
- Como quieras. - dice Ladislao sin ni siquiera mirarme. ¿Pero cuantos años se cree que tiene?
Ya es mayorcito para hacer estas chorradas. Entonces me paro a pensar, y no es verdad, tiene diecisiete años, es normal. Estar en la arena me hace pensar que ser inmaduro no es normal, cuando lo que realmente no es normal es que manden a chicos y chicas “inmaduros” a una arena.Pero es lo que hay, y si tengo que madurar para sobrevivir, lo haré.
-¿Habéis oído eso? - pregunta Renata sobresaltada.
-¿El qué? - pregunto.
- Dejala, los juegos la están volviendo paranoica.
- Te juro que por la noche vi a alguien.
- De todos modos ya nos vamos. - le digo.
En eso que nos vamos a ir:
- ¡Quietos!
Nos ponemos en guardia y vemos a Dimitri, Vintesolen (la nieta de Snow) y a Bridgit.
Es curioso que me acuerde de todos los nombres, pero a diferencia de la mayoria de personas, siempre se me han dado bien.
Y entonces, como seguramente ya habían planeado antes cada uno de ellos se lanza encima de nosotros, menos de Renata quien probablemente no calcularon que estaría viva.
Le digo que huya mientras esquivo a la nieta de Snow.
Sale corriendo.
- Dimitri, haz el favor y mátala. - dice Vintesolen.
Y él se dirige hacia Renata, quien esta completamente desarmada y se queda paralizada.
Le lanzo mi mazo, ella lo coge y vuelve a correr.
Veo como Vintesolen se vuelve hacia mi.
Se tira encima mio con unas tijeras.
- Ese pelo... me recuerdan – intento moverme pero lo único que controlo es mi brazo derecho. - a unos ojos ¿es posible?
Nos han espiado, no sé exactamente cuando, y pretenden jugar físicamente y psicológicamente.
A continuación me corta un mechón de forma brusca y hace una herida que me empieza a sangrar.
-Bueno, la verdad, me gusta más tu pelo de rojo. - dice sin dejar de sonreír. Una sonrisa escalofriante, toda llena de puntitos de oro, y las encías azules. - Estate quieta, joder. - al ver que no paro saca su cuchillo – a ver si ahora estás más quieta. - y me rasca todo el brazo, cuando llega a la muñeca se lo quito con un ágil movimiento.
Lo coloco en su barbilla y la levanto.
- Ahora nos levantaremos. - le aviso.
Una vez de pie, me intenta clavar las tijeras en el estomago, pero yo me giro y me rasga la cadera.
Echo a correr hacia mis dardos, solo me encuentro uno cargado, y ella esta demasiado cerca como para ponerme a buscar algo más.
Cuando esta a mi lado le doy con mi arma en la cabeza, suerte que la arma es dura y hace que pierda la consciencia.
Me giro y veo a Bridgit dejando sin respiración a Lads, y le disparo un dardo envenenado, pero esta se lo quita y se lo clava a él.

Cae ella, cañonazo, cae él, cañonazo.

5: Las normas han cambiado

No esta muerto pero no podrá seguirnos. Aprovecho para quitarle la bolsa y los cuchillos. En ese momento oigo como Renata chilla, me giro y veo que una niña no mucho mayor que ella se le lanza encima con un cuchillo le va rajar, y no se lo consentiré. Si me lanzó no me dará tiempo, pero de momento no quiero matar a nadie, siento que soy incapaz, por lo tanto decido hacer lo que hizo Katniss y lanzo a la niña un cuchillo que le da justo en la mano, lo que hace que se desvíe y que le haga un rasguño a Renata en la mejilla derecha. La niña se aparta y me mira con odio, en ese momento, en esa milésima de segundo su expresión se me hace muy familiar.
Es la nieta de Snow. “Mierda” pienso y por un momento temo que me maten, pero luego recuerdo que Snow está muerto y que ahora las normas han cambiado.
Agarro a Renata de la muñeca y huimos hacia el oeste con la bolsa y cuchillo del chico. Después de muchos metros en dirección oeste y sin girar, veo unos arboles en una posición perfecta para montar un mini campamento.
Empiezo a preparar el terreno en silencio y unos momentos más tarde Renata se une a mí, en silencio también. Cuando acabamos nos sentamos cara a cara, cada una apoyada en un árbol.
No es el trabajo más agotador, pero sin agua ni comida se hace pesado.
Justo en ese instante pasa una chica “corriendo” (se nota que no es de las que están acostumbradas a hacerlo por la dificultad que tiene al respirar), sin embargo no corre como si huyera de alguien, sino de algo, de la cournucopia. Del baño de sangre. Seguro que estar ahí ha sido un autentico infierno. Y me alegro de no haber estado ahí para presenciarlo.
Renata al ver a la chica tiene un impulso de levantarse para seguirla, pero antes me mira como preguntándomelo, yo niego con la cabeza y ella se vuelve acomodar. Estamos calladas durante horas hasta que ella dice, no sin antes tragar saliva:
-¿Les faltará mucho?
-No lo sé, la verdad, estarán por llegar.
-Tengo hambre... - lo dice tan bajito que dudo que cualquier micrófono lo oiga.
-Estarán cogiendo el máximo de previsiones, vendrán cargados y cansados, es normal. - no lo digo para tranquilizarla, si no porque realmente lo creo así.
Y volvemos a permanecer en silencio .
-Déjame verte la herida.
-Bah. No es nada. - dice ella quitándole importancia.
Sé que no es nada importante, pero siento la necesidad de protegerla, siento que si le pasa algo su hermano podrá prescindir de mi. Y no solo eso, me han dejado la tarea fácil, cuidar de una chica de 13 años mientras ellos luchaban en la cournucopia así que lo mínimo que puedo hacer es mantenerla a salvo.
- Venga, tengo agua, deja al menos que te la limpie.
Gira la cara dejándome un primer plano de la herida, así que busco en la bolsa un poco de agua y se la limpio.
Antes de el atardecer llegan los otros y revisamos previsiones.
-Así que a cambio de la herida de Renata hemos conseguido esta bolsa y estos cuchillos. - dice Walfredo como si estuviera contando un chiste buenísimo. Y tal vez lo sea porque Renata y Leria empiezan a reírse como un par de locas.
Decido unirme a ellos.
Sin embargo Ladislao se va a preparar el “campamento” en el cual probablemente pasaremos unos días.
Rebusco en la bolsa que arrebaté a aquel chico y encuentro una manta bastante amplia que nos irá bien a la hora de dormir, no notaremos tan duro el suelo.
Después de cenar dos manzanas y un poco de leche se acuestan. Ladislao y yo discutimos un poco para ver cual de los dos hace el primer turno, y al final me da permiso para que lo haga yo. No es porque me haga ilusión hacer el primer turno o porque así luego duermo seguido, sino porque quiero ver cuantos tributos han caído y conocer mejor la dinámica.

Cinco muertos, diría que son relativamente pocos en comparación a otros años, imagino que deben estar escondidos por toda la de la arena, me planteo la posibilidad de que no se muevan de sus escondites, y no quiero imaginar la cantidad de crueldades que tendrán preparadas para sacarlos de ahí. Me saco rápidamente esa idea de la cabeza.
Entre los muertos aparece la chica que vimos huir, Mimi se llamaba. Por suerte entre ellos no aparece el chico al que plaqué y pateé, y me alegro de no ser aún una asesina. Sé que en algún momento tendré que matar, pero personalmente no me veo capaz de hacerlo aún.
A la mañana siguiente me despierto fresca como una rosa, cosa rara puesto que estoy en una especie de infierno.
Veo a Leria y Walfredo riendo juntos y muy unidos, tal vez demasiado. Claro que borro rápidamente la idea de mi mente porque esta claro que son como hermanos.
Nos sentamos todos juntos a desayunar un par de galletas y un unos frutos secos.
-Creo que deberíamos ir a por más comida. - dice Leria.
-Tenemos suficiente comida. - dice Walfredo sin dar más vueltas. Ve que Leria le va a discutir y continua. - No vale la pena poner en peligro vuestras vidas por comida, que por el momento, tenemos.
-Más vale que sobre a que falte. - Dice ella a regañadientes.
-Dejala que vaya, ya es mayorcita. - se mete en la conversación Ladislao, riendo, como queriendo recordarle que no es su hermana pequeña.
-Ya bueno manda tú a Renata sola a por comida. - salta Walfredo.
-Soy mayor. - recalca Leria.
-No irás sola. - dice Walfredo como cerrando el tema. - Y hoy Ladislao y yo hemos acordado quedarnos, hoy aquí.
-Podría ir yo.- digo y todos se voltean como si antes no se hubieran percatado de mi existencia.
-De acuerdo. - acepta Walfredo. - Pero sobretodo no comáis nada que no sepáis seguro que no es venenoso.
-Tendremos que probarlo para saber si es comestible...- bromea Leria, pero Walfredo le envía una mirada de esas que matan. - Que sí, que sí, ya lo sabemos. - añade poniendo los ojos en blanco.
Así que ella carga sus cuchillos y su arco mientras yo cargo mi espada y mis dardos.
Antes de irnos Walfredo me alcanza dos sacos y añade un “cuida de ella”.
Walfredo es el típico hermano mayor sobre-protector, incluso más que Ladislao, creo.
Después de veintidós minutos, en la misma dirección en la huyó Mimi, llegamos a una especie de jardín paradisíaco que contrasta del resto de la arena, la cual está llena de vegetación podrida y/o muerta.
-Bienvenida al cielo. ¿Unas bayas? - me ofrece Leria.
-Claro. - justo en el instante veo una comadreja y en lugar de coger las bayas las lazo por los aires.
-Beaty, eres muy rara.- me dice riéndose
- Rara no, diferente. - le corrijo.- Ahora calla y mira. - le señalo una comadreja que acaba de salir de los arbustos y esta comiéndose las bayas. Y justo cuando acaba muere.
-¿Como lo sabias? - me pregunta sorprendida.
-Soy fan de los juegos. - en este momento me alegro de que Annie me obligara a tragarme todos los juegos. - Septuagésimo cuartos juegos, una tributo apodada Comadreja murió tras comérselas. Y allí, esas flores de pinta deliciosa, segundo vasallaje de los veinticinco, letales, pero una chica las aprovechó, mojo sus dardos en ellas, - explico a la vez que lo hago. - y con eso mataba cualquier ser vivo. - apunto a otra comadreja.
-¿Nos la podemos comer? - me pregunta señalando el animal.
-Ni de broma.
Al final del día solo encontramos unas cerezas y tres conejos, sin embargo tenemos información sobre los juegos.
Están conmemorando a todos aquellos que murieron en la arena.
Al llegar al “campamento” primero nos miran decepcionados.
-Poner vuestra vida en peligro a cambio de esto...- dice Walfredo despreciandolo – en fin. - concluye.
-Mejor esto que nada. - nos defiende Ladislao.
- A más tenemos algo mejor que comida.- se chulea Leria – Beaty, cuéntales lo que hemos averiguado.
No me gusta nada hacer esto. No soy tan chula, y no me saldrá la actitud que Leria quiere que saque.
-Bueno, en medio de mucha vegetación muerta encontramos un pequeño jardín lleno de color, pero totalmente venenoso. El caso es que por lo visto este año a más de vengarse del capitolio, los distritos están conmemorando los tributos caídos. Utilizando elementos en la arena que años anteriores mataron a sus tributos.
Y creo que hay más jardines como ese. Serán fáciles de encontrar, el contraste es muy grande.
-Eso es bueno , ahora tenemos ventaja ¿no? - salta Renata y veo como la cara se le ilumina.
-Exacto. - Le dice su hermano y le guiña un ojo. - Por cierto esta noche me toca el primer turno.
-Es que me gustaría saber quien ha muerto.
-Nadie, no han habido cañonazos.
Entonces se me congela el corazón, pienso en las crueles que tendrán preparadas para nosotros.
A la mañana siguiente decidimos dividirnos.
-Ladis, me dijiste que no te separarías de mi - reprocha Renata a su hermano mayor.
Entonces me viene un flashback, cuando estaba bajo tierra con Austin, me pidió que no me separara de él y mira, ahora estoy aquí a no sé cuantos kilómetros de casa.
-Ya lo sé, pero es necesario. Y solo es temporal.
-Pero...
-Nada de peros. ¿Qué crees que pasará si siguen escondidos, y no hay asesinatos? - calla Ladislao a su hermana.
Es increíble la manera en la que trata a su hermana, no la trata mal, pero es muy duro teniendo en cuenta que Renata tiene poco más de trece años.
- Leria y yo iremos a vaciar esto un poco, vosotros ir en busca de comida y esas cosas, en dos días a medianoche en la cournucopia quedamos todos.
Todos asentimos, repartimos las previsiones y nos separamos. Nosotros en dirección norte y ellos hacia el sur.
En medio del camino nos encontramos con un niño de unos 14 años con mi mazo.
Entonces todos le apuntamos con nuestras armas.
- Deja el mazo en el suelo y vete corriendo.
Nos hace caso, me sabe mal pero de hecho le hemos dejado vivir, debería agradecer eso.
Bueno tal vez tanto como agradecer no, pero se puede conformar, supongo.
No, no lo veo justo, cojo dos cuchillos y le sigo corriendo, nota que le sigo y se pone a correr. Y yo también.
- ¡Quieto! ¡No te haré nada, te quiero dar armas! No me gusta haberte dejado sin.
-Me las darás clavándome las, que no soy idiota. - dice mientras se dirige a un árbol para escalarlo.
Entonces lanzo dos cuchillos para clavarlos en el árbol.
-Quedatelos. - le digo y vuelvo con los otros.
A menos de treinta minutos nos encontramos con otro jardín, en el cual hay un lago, que viene de un río subterráneo, a mi derecha hay un cristal y al otro lado de este una pecera gigante, de unos siete metros de altura y a saber cuantos de ancho.
A diferencia del jardín que encontramos ayer, aquí todo es comestible.
Quiero coger agua pero tal vez contenga veneno.
-Será mejor que no cojamos el agua. - digo, y justo en ese instante cae nuestro primer paracaídas que contiene una cantimplora con filtrador de agua. - Gracias.- digo sin saber exactamente a quien me dirijo.
Empezamos a recolectar, entonces veo una liebre salir de entre los arbustos una huyendo de algo, cuando dirijo la vista veo claramente que es el principio de la niebla venenosa.
-Tenemos que salir de aquí.
Cuando estoy a punto de irme Renata me para los pies. Y me señala a la liebre que he visto antes.
-Hay un campo de fuerza, ha rebotado. - me explica Renata.
-Tenemos que salir. De lo contrario moriremos.
-¿Que sugieres? - me pregunta Walfredo.
-Sé que sonara una locura, y que tal vez nos ahoguemos... - suspiro y tomo aire. - rompamos esa pecera.
-¡¿Qué?! - me preguntan ambos a unisono.
-Mirar, si no lo hacemos la niebla nos matará, si lo hacemos hay posibilidades de sobrevivir.
Dicho esto empezamos a rayar el cristal, cuando veo que esta suficiente rayada empiezo a dar con el mazo y consigo hacer un agujero. Empiezo a notar la niebla. Renata sigue rayando desesperadamente. Hago otro agujero. Walfrezo va haciendo mis agujeros más grandes. La niebla se intensifica. Decido coger un tronco enorme y dar el golpe final. Empaquetamos las armas y la comida. Cogemos entre los tres el tronco y damos tres golpes y esta bastante fracturado pero no se rompe. Suelto el tronco y doy una patada, un puñetazo y finalmente me lazo contra él, y en ese instante se rompe.

Me noto rota, no sé si hay alguna parte del cuerpo que no me duela. Abro los ojos, y a escasos metros de mi veo a Walfredo. De pie observándome. No veo a Renata.
Me dispongo a ponerme en pie para buscarle.
- Espera a que te quite esos cristales. - miro mi brazo esta lleno de ellos.
- No, tardarás mucho. A saber como esta Renata. El tiempo puede salvarla o matarla.
-Vale, busquemos a Renata.

La encontramos escondida en una cueva en posición defensiva con un cuchillo por delante. Nunca había visto a nadie tan alerta como lo estaba ella en ese momento. Al vernos se le abren los ojos como platos. Se me lanza encima y me abraza entre sollozos.
Me esta haciendo daño pero no lo digo, porque en parte tampoco quiero que se separe.
-Bueno chicas vamos a limpiar vuestras heridas.- dice Walfredo.
Las heridas de él ya se las ha limpiado, bueno, la herida, ya que solo tiene una en el antebrazo izquierdo.
- Empecemos por Beaty. - dice Renata y no me opongo.
Tengo el brazo lleno de cristales y realmente me hace un daño insoportable.
Walfredo me pasa un palo.
-No tenemos anastasia, lo siento.
Lo acepto y lo muerdo.
Llega la hora de cenar, y nadie tiene hambre pero nos obligamos a comer cuatro cerezas cada uno y bebemos mucha agua.
Todos queríamos ver los muertos de hoy, así que no haremos turnos hasta después de ver los caídos.
Los dos representantes del distrito 5, Dago y Zendaya. Se veía venir, nose como han aguantado durante más de dos horas. En los entrenamientos estaban tan asustados que no daban palo al agua.
También ha muerto Raymon, quién si me sorprende, ya que vi como habia conseguido una mochila perfecta y llena de cuchillos. Era prácticamente lo mejor alrededor de la cournucopia. Y a pesar de tenerlo ha muerto.
El primer turno lo hará Walfredo, el siguiente Renata y finalmante yo.
Pero algo va mal esa noche.
Estoy otra vez en la cournucopia, y oigo gritar a Renata, pero para cuando llego a ella ya es tarde.
Me despierto sudando, pero me relajo un poco al saber que tan solo era un sueño, o eso creía.
Vuelvo a oírle gritar pero esta vez alguien le hace callar.
-Sht. Como despiertes a alguien no saldrás viva de esta. Ahora coge vuestras cosas y dámelas y a ti te perdonaré la vida.
- ¿Pero los otros? - pregunta Renata.
- Oye, ya es mucho que te perdone a ti, no soy Dios para irles perdonando a todos.
Renata está de cara a mi, y entre ella y yo esta el chico.
Ella me ve, ya que hay un poco de luz, y yo le hago señas para que haga como si no me hubiera visto. Estiro el brazo para alcanzar el mazo, y me levanto poco a poco, Renata empieza a recoger cosas que tiene cerca mientras el chico le apunta con una espada.
Cuando estoy a menos de un metro dudo un poco, pero entonces se gira y no tengo más tiempo, le doy en la sien izquierda con todas mis fuerzas y cae al suelo.
Renata se apresura a quitarle la espada.
Estoy al lado del chico casi muerto, esta sufriendo, lo mejor seria acabar de matarlo.
Pero no sé si estoy preparada para hacerlo.
-Si quieres despierto a Walfredo para que acabe de matarlo.- me sugiere Renata.
Niego con la cabeza.
- Tarde o temprano tendré que matar, y cuanto antes mejor. - digo yo. - me puedes alcanzar los dardos.
Me lo pasa y mojo uno en unas flores que recolecte el otro día con Leria.
Me coloco a una distancia y disparo.
Se oye un cañonazo que hace que Walfredo se despierte.
- Recojamos esto y vayámonos a otro lugar. - digo y ambos asienten.
Llegamos a un arbol enorme del cual parece que hayan estado aquí antes ya que hay restos de comida y una hoguera apagada. Decidimos instalarnos ahí.
Durante el día Walfredo se va con intención de cazar algún animal, pero en realidad vuelve con frutas y más frutas, que se ha encontrado juntas en un cesto.
A Renata y a mí nos envían un paracaídas con más verduras y frutas, como si faltarán. A más también nos envían unos potes para rellenar..
Renata y yo decidimos hacer purés con todo, para llevarlo con más facilidad.
Cenamos tarde, ya que en realidad, ninguno tiene mucha hambre. Mientras sacamos un par de purés veo un conejo y lo mato, pero nomas lo limpiamos, ya que comerlo ahora sería un autentico desperdicio.
Mientras comemos aparece el anuncio del capitolio. Ahora pasará las muertes de hoy.
Podré poner nombre al chico que maté, el chico que me convirtió en una asesina.
Empiezan a aparecer caras, Cemoc distrito dos, Larry distrito seis, Cloe del mismo.
Entonces a todos se nos corta el aire: Leria, distrito 8.
Veo como Ladislao se vuelve pálido, tanto que podría confundirlo con un muñeco de porcelana.
Renata tiene cara de preocupación, si ha muerto Leria es posible que que su hermano también.
Evig distrito 11, ese es al que yo maté.
Y acaba, lo que significa que Ladislao está vivo.
Y debemos empezar a dirigirnos a la cournucopia. Llegamos a la cournucopia y ahí está Ladislao, o una versión destrozada de lo que era él: tiene una cicatriz bastante grande en la barbilla, un pañuelo en la muñeca manchado de sangre, camina cojo, y tiene las extremidades cubiertas de hematomas.
Por no hablar de su vestimenta, la cual esta destrozada, con salpicaduras de sangre y quemada.

Renata le abraza y yo le saludo y le felicito. Sin embargo Walfredo se limita a ignorarle.