Ya
no intento gritar, en estas situaciones nunca me sale la voz.
Me
dirijo corriendo hacia él, aunque se que esta muerto, una mínima
esperanza espera que la que ha muerto sea Vintesolen. Pero no. Me
quedo a su lado no sé exactamente por qué. Hasta que oigo un
cañonazo. Dirijo mi mirada hacia Vintesolen, pero ella aún respira
forzosamente.
Recojo
todo lo más imprescindible y me alejo de aqllí.
El
cañonazo de antes, puede ser o Renata o Dimitri. Una parte de mi
quiere que Renata siga bien, pero por otro lado recuerdo que solo
puede haber un vencedor, y que si no la ha matado Dimitri, es posible
que haya muerto puesto que Dimitri le lleva dos años y es el doble
que ella.
“Que
él la haya matado es lo mejor, así no seré
yo
quien la mate” me digo a mi misma, aunque no puedo evitar sentirme
mal ya que me sabe mal todo lo que ha hecho para llegar hasta aquí,
y más su hermano, quien se presento voluntario para protegerla y a
la vez salvó a Austin de esta pesadilla.
Hoy
he perdido a lo que me quedaba de equipo, a la adorable y fucsia
Renata, y al fuerte y tatuado Ladislao,
La
primera vez que vi a Renata a penas me fije en ella, y ahora me
sorprende ya que es difícil de pasar desapercibida, tiene una melena
muy rubia, casi blanca, llena de mechas fucsias y rojas, normalmente
recogida en dos coletas bajas. Sus cejas y pestañas del mismo rubio
que su pelo y con reflejos rosas muy claritos que apenas se notan.
Sus ojos eran preciosos, de un gris azulado y una pupila enorme de la
cual salían una especie de rayos rojos.
En
cambio a Lads sí que lo conocía, iba a mi instituto y era un curso
mayor. La verdad, mis amigas y yo siempre le hemos tenido miedo. Su
pelo era tan negro que parecía azul, el mismo color de sus labios y
sus ojos erán naranjas, la gente decía que eran como las pulseras
que brillan en la ocsuridad. Tenia la piel azulada, en el brazo
derecho tenía tatuada una historia muy antigua “Romeo y Julieta”.
Y los tatuajes de la espalda, eran, por lo que había oído, dibujos
que le hizo su hermana.
Creo
que nunca he visto a unos hermanos tan unidos, Ladislao se presentó
voluntario para salvar a su hermana sabiendo que él moriria.
Durante
los
entrenamientos él no se preocupaba por aprender, si no de que su
hermana lo hiciera. Aunque tratara duramente a su hermana
Salgo
de ahí rapidamente, cojo la manta, un poco de fruta, agua y mi
querida arma.
No
tengo ganas de ver las muertes de hoy, no tengo ni ganas ni alma, sé
perfectamente que quedamos tres, y que mínimo deberé matar a uno
para salir de esto viva.
Me
dispongo a subir un árbol pero estoy demasiado cansada incluso para
eso.
Así
que me apoyo en el árbol y me dispongo a descansar.
Noto
las manos heladas y abro los ojos de golpe, cuando veo todo lo que me
rodea me levanto inmediatamente. Y justo cuando me pongo en pie algo
cae sobre mi.
Una
maravillosa jaula, me acaban de cazar, y no solo eso, en estos metros
cuadrados lo único que tengo es la blanca nieve. Estoy en otro
jardín, recuerdo la nieve de unos juegos donde morían más de frio
que de asesinatos y las jaulas, esas si que las recuerdo a la
perfección, justo el último año de Tigris, la mayoría de tributos
no dejaban de ser niños, y el capitolio añadió trampas para que se
mataran entre ellos más rápidamente.
Estaré
encerrada en esta jaula durante diez horas, y lo único que tengo es
una mochila con una buena manta y fruta, un poco pasada, pero
comestible.
Eso
estaría bien de no ser porque eso junto a mis dardos están bajo la
nieve. Sería muy útil tener ahora mismo esos feos guantes que me
regaló mi hermano hace un par de años, pero no los tengo, así que
debo meter mis manos desnudas bajo la nieve para rescatarlo. Poco a
poco y sin prisa alguna introduzco mis manos, las puntas de los dedos
apenas lo notan, pero al llegar a mis muñecas empiezo a notar el
hielo en mis venas, y no solo eso, mis manos se vuelven torpes de
repente. Saco rápidamente mis manos, durante un segundo tengo el
impulso de sacudirlas, pero decido meterlas de nuevo lo antes
posible, pero esta vez de golpe.
Lo
hago todo casi sin pensar, intentando enviar todo mi calor corporal a
mis manos. Finalmente alcanzo mi lanzador de dardos y lo saco. Para
sacar la mochila tengo que esforzarme un poco más, pero lo consigo.
Planteo taparme con la manta, pero quedarme quieta durante diez horas
con esta nevada no es muy buena idea. Debo mantenerme activa, en
movimiento, quiero bailar, practicar la coreografía que practiqué
aquel día que Katniss destruyó la arena, esa coreografía que vio
Austin, quien me hizo sonrojar tantísimo. Pero se vería demasiado
ridículo.
Finalmente
decido ponerme a practicar lucha con mi arma, lo que me parece
apropiado porque ahora mismo corro dos peligros: que me encuentren
aquí atrapada y que me maten fácilmente o morir congelada.Y
haciendo esto evito un poco para ambos casos.
Cada
dos horas aproximadamente descanso media con la manta, hasta que
desde detrás de los arbustos empieza a moverse algo, no dudo un
segundo y cargo mis dardos. Justo cuando sale disparo. Cañonazo. Veo
como Vintisolen cae desplomada.Y la miro durante más de una hora. No
la recogerán hasta que yo me aparte, y no me apartaré hasta que mi
jaula se abra.
Al
fin me abren, y corro para alejarme de ahí sin mirar atrás. Sin
mirar mi obra, mi asesinato. Solamente sé una cosa del destino hacia
el que corro. Esta lejos de todo esto.
Poco
a poco mi ritmo baja hasta que me quedo quieta y dejo mis
pertenencias en el suelo. Y me quedo ahí plantada, sin pensar en
nada. Solo respirando, manteniéndome con vida.
Me
siento renovada, y con hambre, con mucha hambre. Cojo una manzana y
me la como en dos bocados. Intento obligarme a guardar las otras,
pero es un esfuerzo inútil. Me lo acabo todo, de todas formas ya es
hora de ir buscando más comida.
Entonces
llego al primer jardín. Aquel que descubrí el segundo día que
llegué a la arena. Cuando iba con Leria y Renata. Decido entrar
porque de todas formar aquel era el jardín más inofensivo, o eso
creía porque cuando entro me vienen todos los recuerdos de esta
semana. Y de repente se me hace increíble ver lo rápido que cambia
tu vida en tan solo siete días. Como en tan poco tiempo llegas a
apreciar y querer a alguien, y menos tiempo aún que se tarda en
perderlos, para siempre.
Por
primera vez caigo en cuenta en la real gravedad del asunto, siempre
he sabido que eran una idiotez, pero ahora mismo, en este jardín me
doy cuenta de lo que esta arena me ha cambiado. La primera vez que
entré tenía un grupo de alidos fuertes y divertidos, y ahora estoy
sola. Aquel día yo era una chica normal con un futuro cruel. Ahora
soy una chica cruel que ha acabado con el futuro de otros. Y es ahora
cuando me doy cuenta de todo lo que me han obligado a destrozar.
En
este tiempo me he perdido a mi misma, estoy completamente
irreconocible. Y no solo desde que entré en la arena, si no desde
que Katniss destruyó la arena del vasallaje. Nada a vuelto a ser
normal, y está claro que jamás lo volverá a ser. Si aún conservo
mi cordura es porque tengo que regresar a casa.
Aunque
a que precio, ni siquiera sé si vale la pena seguir luchando para
salir viva de la arena, seguramente lo que me espera fuera no será
mucho mejor. Tal vez la arena solo sea una de las muchas pesadillas
que me esperan.
Si
salgo de aquí tendré que mirar a los ojos de los familiares de
personas a las que yo arrebaté la vida. Tendré que volver a ver
morir a todos y cada uno de los tributos. Y no sé si aguantaré
también todo aquello. De hecho podría morir por el trauma si salgo
vencedora de los juegos. Mi mente puede no aguantar todo esto, y yo
no seré capaz de olvidar esto que está pasando.
Tal
vez salga vencedora para morir allí fuera. Y haber ganado para
acabar muriendo no tiene lógica. Podría coger esas bayas y
tomarlas. Morir y darle la oportunidad a otro de sobrevir. Permitir
vivir a otra persona que si pueda superar este trauma. Alguien que no
tenga una vida tan destrozada como la mía, alguien con padres.
Alguien más importante. Al fin y al cabo si yo desaparezco tampoco
cambiaría tanto el mundo. Incluso tal vez mejoraría.
Al
coger las bayas me viene a la mente mi madre en su habitación, con
el pote de pastillas en la mano y recuerdo la rabia que sentí en ese
momento. Y como por su culpa nos dejo a Ayden y a mi solos en plena
rebelión. Ayden.
Vuelvo
a ternerlo todo claro. Porque soy la única familia que le queda y si
yo no supero esto, como superará él lo que queda aún por venir.
A
más no me queda mucho para acabar. De echo solo me queda un
enfrentamiento, y en “casa” deben de estar muy sorprendidos y
alegres de ver hasta donde he llegado. Ahora mismo hasta yo lo estoy.
En verdad, siempre he querido salir viva de aquí. Y estoy tan cerca
de conseguirlo... En el fondo nunca creí que llegaría hasta aquí.
Me imagino las entrevistas que ya habrán echo a mis amigos, incluso
a Ayden. Y entonces tan solo me entran más ganas de regresar a casa.
Decido
pasar la noche en el jardín ya que en éste, lo peor que me podría
pasar es que una comadreja me mordiera. Mientras no coma nada, este
parece el mejor lugar para descansar ya que el tributo que queda
debe saber ya lo peligrosos que son los jardines, pero dudo que sepa
que este tan solo es venenoso, así que dudo que se atreva a entrar.
Primero
pensé que no querría ver las caras de los tributos que hoy han
muerto, ya que ver perdido lo que quedaban de mis aliados tal vez me
haría sentir pequeña y deprimirme ahora es muy negativo. Pero
luego recordé que prefería que la última vez que la última vez
que viera sus caras fueran ellos con su aspecto de antes de entrar a
la arena. Porque como ya he dicho, uno aquí dentro cambia mucho. Y
aunque lo que vería sería puramente digital, será la última vez
que veo sus rostros dentro de la arena.
Así
pues me dispongo a ver los tributos que han caído hoy. Los dos
tributos en aparecer son Dimitri y Vientesolen. Lo cual me
desconcierta porque Dimitri se suponía que era el último tributo
que quedaba a parte de mi, y si él está muerto yo ya debería haber
sido proclamada ganadora. Tal vez se estén retrasando o tal vez
cuando Renata huyó y él la persiguió el cañonazo anunciara la
muerte de Dimitri y no de ella. Lo que significaría que ahora mismo
en la arena solo quedamos Renata y yo. Y eso significaría
enfrentarme a ella.
Aparece
Bridgid del distrito 3, y luego Ladislao, y como me temia Renata no
sale. Está viva en algún escondite de esta arena. Y tengo que
matarla yo o esperar a que la arena la mate y no sé cual de las dos
cosas es más cruel.
Decido
dormir y esperar a mañana ya que hoy ya he sentido mucho y muy
intensamente, y si me fuerzo a seguir pensando podría volverme loca.
Abro
los dedos y las oscuras bayas relucen al sol. Le doy un último
apretón de manos a Peeta para indicarle que ha llegado el momento,
para despedirme, y empezamos a contar.
—Uno.
—Quizá me equivoque—. Dos. —Quizá no les importe que muramos
los dos—. ¡Tres!
Es
demasiado tarde para cambiar de idea. Me llevo la mano a los labios y
le echo un último vistazo al mundo. Justo cuando las bayas entran en
la boca, las trompetas empiezan a sonar.
La
voz frenética de Claudius Templesmith grita sobre nosotros:
—¡Parad!
¡Parad! Damas y caballeros, me llena de orgullo presentarles a los
vencedores de los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre: ¡Katniss
Everdeen y Peeta
Mellark! ¡Les presento a... los tributos del Distrito 12! Escupo
las bayas y me limpio la lengua con el borde de la camisa para
asegurarme de que no quede nada. Peeta tira de mí hacia el lago,
donde los dos nos enjuagamos la boca y nos abrazamos, sin fuerzas.
Al
despertar del sueño me planteo la idea de jugar igual que Katniss y
así salvar a Renata también.
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Crítcas constructiva, no destructivas, gracias =)