5: Las normas han cambiado

No esta muerto pero no podrá seguirnos. Aprovecho para quitarle la bolsa y los cuchillos. En ese momento oigo como Renata chilla, me giro y veo que una niña no mucho mayor que ella se le lanza encima con un cuchillo le va rajar, y no se lo consentiré. Si me lanzó no me dará tiempo, pero de momento no quiero matar a nadie, siento que soy incapaz, por lo tanto decido hacer lo que hizo Katniss y lanzo a la niña un cuchillo que le da justo en la mano, lo que hace que se desvíe y que le haga un rasguño a Renata en la mejilla derecha. La niña se aparta y me mira con odio, en ese momento, en esa milésima de segundo su expresión se me hace muy familiar.
Es la nieta de Snow. “Mierda” pienso y por un momento temo que me maten, pero luego recuerdo que Snow está muerto y que ahora las normas han cambiado.
Agarro a Renata de la muñeca y huimos hacia el oeste con la bolsa y cuchillo del chico. Después de muchos metros en dirección oeste y sin girar, veo unos arboles en una posición perfecta para montar un mini campamento.
Empiezo a preparar el terreno en silencio y unos momentos más tarde Renata se une a mí, en silencio también. Cuando acabamos nos sentamos cara a cara, cada una apoyada en un árbol.
No es el trabajo más agotador, pero sin agua ni comida se hace pesado.
Justo en ese instante pasa una chica “corriendo” (se nota que no es de las que están acostumbradas a hacerlo por la dificultad que tiene al respirar), sin embargo no corre como si huyera de alguien, sino de algo, de la cournucopia. Del baño de sangre. Seguro que estar ahí ha sido un autentico infierno. Y me alegro de no haber estado ahí para presenciarlo.
Renata al ver a la chica tiene un impulso de levantarse para seguirla, pero antes me mira como preguntándomelo, yo niego con la cabeza y ella se vuelve acomodar. Estamos calladas durante horas hasta que ella dice, no sin antes tragar saliva:
-¿Les faltará mucho?
-No lo sé, la verdad, estarán por llegar.
-Tengo hambre... - lo dice tan bajito que dudo que cualquier micrófono lo oiga.
-Estarán cogiendo el máximo de previsiones, vendrán cargados y cansados, es normal. - no lo digo para tranquilizarla, si no porque realmente lo creo así.
Y volvemos a permanecer en silencio .
-Déjame verte la herida.
-Bah. No es nada. - dice ella quitándole importancia.
Sé que no es nada importante, pero siento la necesidad de protegerla, siento que si le pasa algo su hermano podrá prescindir de mi. Y no solo eso, me han dejado la tarea fácil, cuidar de una chica de 13 años mientras ellos luchaban en la cournucopia así que lo mínimo que puedo hacer es mantenerla a salvo.
- Venga, tengo agua, deja al menos que te la limpie.
Gira la cara dejándome un primer plano de la herida, así que busco en la bolsa un poco de agua y se la limpio.
Antes de el atardecer llegan los otros y revisamos previsiones.
-Así que a cambio de la herida de Renata hemos conseguido esta bolsa y estos cuchillos. - dice Walfredo como si estuviera contando un chiste buenísimo. Y tal vez lo sea porque Renata y Leria empiezan a reírse como un par de locas.
Decido unirme a ellos.
Sin embargo Ladislao se va a preparar el “campamento” en el cual probablemente pasaremos unos días.
Rebusco en la bolsa que arrebaté a aquel chico y encuentro una manta bastante amplia que nos irá bien a la hora de dormir, no notaremos tan duro el suelo.
Después de cenar dos manzanas y un poco de leche se acuestan. Ladislao y yo discutimos un poco para ver cual de los dos hace el primer turno, y al final me da permiso para que lo haga yo. No es porque me haga ilusión hacer el primer turno o porque así luego duermo seguido, sino porque quiero ver cuantos tributos han caído y conocer mejor la dinámica.

Cinco muertos, diría que son relativamente pocos en comparación a otros años, imagino que deben estar escondidos por toda la de la arena, me planteo la posibilidad de que no se muevan de sus escondites, y no quiero imaginar la cantidad de crueldades que tendrán preparadas para sacarlos de ahí. Me saco rápidamente esa idea de la cabeza.
Entre los muertos aparece la chica que vimos huir, Mimi se llamaba. Por suerte entre ellos no aparece el chico al que plaqué y pateé, y me alegro de no ser aún una asesina. Sé que en algún momento tendré que matar, pero personalmente no me veo capaz de hacerlo aún.
A la mañana siguiente me despierto fresca como una rosa, cosa rara puesto que estoy en una especie de infierno.
Veo a Leria y Walfredo riendo juntos y muy unidos, tal vez demasiado. Claro que borro rápidamente la idea de mi mente porque esta claro que son como hermanos.
Nos sentamos todos juntos a desayunar un par de galletas y un unos frutos secos.
-Creo que deberíamos ir a por más comida. - dice Leria.
-Tenemos suficiente comida. - dice Walfredo sin dar más vueltas. Ve que Leria le va a discutir y continua. - No vale la pena poner en peligro vuestras vidas por comida, que por el momento, tenemos.
-Más vale que sobre a que falte. - Dice ella a regañadientes.
-Dejala que vaya, ya es mayorcita. - se mete en la conversación Ladislao, riendo, como queriendo recordarle que no es su hermana pequeña.
-Ya bueno manda tú a Renata sola a por comida. - salta Walfredo.
-Soy mayor. - recalca Leria.
-No irás sola. - dice Walfredo como cerrando el tema. - Y hoy Ladislao y yo hemos acordado quedarnos, hoy aquí.
-Podría ir yo.- digo y todos se voltean como si antes no se hubieran percatado de mi existencia.
-De acuerdo. - acepta Walfredo. - Pero sobretodo no comáis nada que no sepáis seguro que no es venenoso.
-Tendremos que probarlo para saber si es comestible...- bromea Leria, pero Walfredo le envía una mirada de esas que matan. - Que sí, que sí, ya lo sabemos. - añade poniendo los ojos en blanco.
Así que ella carga sus cuchillos y su arco mientras yo cargo mi espada y mis dardos.
Antes de irnos Walfredo me alcanza dos sacos y añade un “cuida de ella”.
Walfredo es el típico hermano mayor sobre-protector, incluso más que Ladislao, creo.
Después de veintidós minutos, en la misma dirección en la huyó Mimi, llegamos a una especie de jardín paradisíaco que contrasta del resto de la arena, la cual está llena de vegetación podrida y/o muerta.
-Bienvenida al cielo. ¿Unas bayas? - me ofrece Leria.
-Claro. - justo en el instante veo una comadreja y en lugar de coger las bayas las lazo por los aires.
-Beaty, eres muy rara.- me dice riéndose
- Rara no, diferente. - le corrijo.- Ahora calla y mira. - le señalo una comadreja que acaba de salir de los arbustos y esta comiéndose las bayas. Y justo cuando acaba muere.
-¿Como lo sabias? - me pregunta sorprendida.
-Soy fan de los juegos. - en este momento me alegro de que Annie me obligara a tragarme todos los juegos. - Septuagésimo cuartos juegos, una tributo apodada Comadreja murió tras comérselas. Y allí, esas flores de pinta deliciosa, segundo vasallaje de los veinticinco, letales, pero una chica las aprovechó, mojo sus dardos en ellas, - explico a la vez que lo hago. - y con eso mataba cualquier ser vivo. - apunto a otra comadreja.
-¿Nos la podemos comer? - me pregunta señalando el animal.
-Ni de broma.
Al final del día solo encontramos unas cerezas y tres conejos, sin embargo tenemos información sobre los juegos.
Están conmemorando a todos aquellos que murieron en la arena.
Al llegar al “campamento” primero nos miran decepcionados.
-Poner vuestra vida en peligro a cambio de esto...- dice Walfredo despreciandolo – en fin. - concluye.
-Mejor esto que nada. - nos defiende Ladislao.
- A más tenemos algo mejor que comida.- se chulea Leria – Beaty, cuéntales lo que hemos averiguado.
No me gusta nada hacer esto. No soy tan chula, y no me saldrá la actitud que Leria quiere que saque.
-Bueno, en medio de mucha vegetación muerta encontramos un pequeño jardín lleno de color, pero totalmente venenoso. El caso es que por lo visto este año a más de vengarse del capitolio, los distritos están conmemorando los tributos caídos. Utilizando elementos en la arena que años anteriores mataron a sus tributos.
Y creo que hay más jardines como ese. Serán fáciles de encontrar, el contraste es muy grande.
-Eso es bueno , ahora tenemos ventaja ¿no? - salta Renata y veo como la cara se le ilumina.
-Exacto. - Le dice su hermano y le guiña un ojo. - Por cierto esta noche me toca el primer turno.
-Es que me gustaría saber quien ha muerto.
-Nadie, no han habido cañonazos.
Entonces se me congela el corazón, pienso en las crueles que tendrán preparadas para nosotros.
A la mañana siguiente decidimos dividirnos.
-Ladis, me dijiste que no te separarías de mi - reprocha Renata a su hermano mayor.
Entonces me viene un flashback, cuando estaba bajo tierra con Austin, me pidió que no me separara de él y mira, ahora estoy aquí a no sé cuantos kilómetros de casa.
-Ya lo sé, pero es necesario. Y solo es temporal.
-Pero...
-Nada de peros. ¿Qué crees que pasará si siguen escondidos, y no hay asesinatos? - calla Ladislao a su hermana.
Es increíble la manera en la que trata a su hermana, no la trata mal, pero es muy duro teniendo en cuenta que Renata tiene poco más de trece años.
- Leria y yo iremos a vaciar esto un poco, vosotros ir en busca de comida y esas cosas, en dos días a medianoche en la cournucopia quedamos todos.
Todos asentimos, repartimos las previsiones y nos separamos. Nosotros en dirección norte y ellos hacia el sur.
En medio del camino nos encontramos con un niño de unos 14 años con mi mazo.
Entonces todos le apuntamos con nuestras armas.
- Deja el mazo en el suelo y vete corriendo.
Nos hace caso, me sabe mal pero de hecho le hemos dejado vivir, debería agradecer eso.
Bueno tal vez tanto como agradecer no, pero se puede conformar, supongo.
No, no lo veo justo, cojo dos cuchillos y le sigo corriendo, nota que le sigo y se pone a correr. Y yo también.
- ¡Quieto! ¡No te haré nada, te quiero dar armas! No me gusta haberte dejado sin.
-Me las darás clavándome las, que no soy idiota. - dice mientras se dirige a un árbol para escalarlo.
Entonces lanzo dos cuchillos para clavarlos en el árbol.
-Quedatelos. - le digo y vuelvo con los otros.
A menos de treinta minutos nos encontramos con otro jardín, en el cual hay un lago, que viene de un río subterráneo, a mi derecha hay un cristal y al otro lado de este una pecera gigante, de unos siete metros de altura y a saber cuantos de ancho.
A diferencia del jardín que encontramos ayer, aquí todo es comestible.
Quiero coger agua pero tal vez contenga veneno.
-Será mejor que no cojamos el agua. - digo, y justo en ese instante cae nuestro primer paracaídas que contiene una cantimplora con filtrador de agua. - Gracias.- digo sin saber exactamente a quien me dirijo.
Empezamos a recolectar, entonces veo una liebre salir de entre los arbustos una huyendo de algo, cuando dirijo la vista veo claramente que es el principio de la niebla venenosa.
-Tenemos que salir de aquí.
Cuando estoy a punto de irme Renata me para los pies. Y me señala a la liebre que he visto antes.
-Hay un campo de fuerza, ha rebotado. - me explica Renata.
-Tenemos que salir. De lo contrario moriremos.
-¿Que sugieres? - me pregunta Walfredo.
-Sé que sonara una locura, y que tal vez nos ahoguemos... - suspiro y tomo aire. - rompamos esa pecera.
-¡¿Qué?! - me preguntan ambos a unisono.
-Mirar, si no lo hacemos la niebla nos matará, si lo hacemos hay posibilidades de sobrevivir.
Dicho esto empezamos a rayar el cristal, cuando veo que esta suficiente rayada empiezo a dar con el mazo y consigo hacer un agujero. Empiezo a notar la niebla. Renata sigue rayando desesperadamente. Hago otro agujero. Walfrezo va haciendo mis agujeros más grandes. La niebla se intensifica. Decido coger un tronco enorme y dar el golpe final. Empaquetamos las armas y la comida. Cogemos entre los tres el tronco y damos tres golpes y esta bastante fracturado pero no se rompe. Suelto el tronco y doy una patada, un puñetazo y finalmente me lazo contra él, y en ese instante se rompe.

Me noto rota, no sé si hay alguna parte del cuerpo que no me duela. Abro los ojos, y a escasos metros de mi veo a Walfredo. De pie observándome. No veo a Renata.
Me dispongo a ponerme en pie para buscarle.
- Espera a que te quite esos cristales. - miro mi brazo esta lleno de ellos.
- No, tardarás mucho. A saber como esta Renata. El tiempo puede salvarla o matarla.
-Vale, busquemos a Renata.

La encontramos escondida en una cueva en posición defensiva con un cuchillo por delante. Nunca había visto a nadie tan alerta como lo estaba ella en ese momento. Al vernos se le abren los ojos como platos. Se me lanza encima y me abraza entre sollozos.
Me esta haciendo daño pero no lo digo, porque en parte tampoco quiero que se separe.
-Bueno chicas vamos a limpiar vuestras heridas.- dice Walfredo.
Las heridas de él ya se las ha limpiado, bueno, la herida, ya que solo tiene una en el antebrazo izquierdo.
- Empecemos por Beaty. - dice Renata y no me opongo.
Tengo el brazo lleno de cristales y realmente me hace un daño insoportable.
Walfredo me pasa un palo.
-No tenemos anastasia, lo siento.
Lo acepto y lo muerdo.
Llega la hora de cenar, y nadie tiene hambre pero nos obligamos a comer cuatro cerezas cada uno y bebemos mucha agua.
Todos queríamos ver los muertos de hoy, así que no haremos turnos hasta después de ver los caídos.
Los dos representantes del distrito 5, Dago y Zendaya. Se veía venir, nose como han aguantado durante más de dos horas. En los entrenamientos estaban tan asustados que no daban palo al agua.
También ha muerto Raymon, quién si me sorprende, ya que vi como habia conseguido una mochila perfecta y llena de cuchillos. Era prácticamente lo mejor alrededor de la cournucopia. Y a pesar de tenerlo ha muerto.
El primer turno lo hará Walfredo, el siguiente Renata y finalmante yo.
Pero algo va mal esa noche.
Estoy otra vez en la cournucopia, y oigo gritar a Renata, pero para cuando llego a ella ya es tarde.
Me despierto sudando, pero me relajo un poco al saber que tan solo era un sueño, o eso creía.
Vuelvo a oírle gritar pero esta vez alguien le hace callar.
-Sht. Como despiertes a alguien no saldrás viva de esta. Ahora coge vuestras cosas y dámelas y a ti te perdonaré la vida.
- ¿Pero los otros? - pregunta Renata.
- Oye, ya es mucho que te perdone a ti, no soy Dios para irles perdonando a todos.
Renata está de cara a mi, y entre ella y yo esta el chico.
Ella me ve, ya que hay un poco de luz, y yo le hago señas para que haga como si no me hubiera visto. Estiro el brazo para alcanzar el mazo, y me levanto poco a poco, Renata empieza a recoger cosas que tiene cerca mientras el chico le apunta con una espada.
Cuando estoy a menos de un metro dudo un poco, pero entonces se gira y no tengo más tiempo, le doy en la sien izquierda con todas mis fuerzas y cae al suelo.
Renata se apresura a quitarle la espada.
Estoy al lado del chico casi muerto, esta sufriendo, lo mejor seria acabar de matarlo.
Pero no sé si estoy preparada para hacerlo.
-Si quieres despierto a Walfredo para que acabe de matarlo.- me sugiere Renata.
Niego con la cabeza.
- Tarde o temprano tendré que matar, y cuanto antes mejor. - digo yo. - me puedes alcanzar los dardos.
Me lo pasa y mojo uno en unas flores que recolecte el otro día con Leria.
Me coloco a una distancia y disparo.
Se oye un cañonazo que hace que Walfredo se despierte.
- Recojamos esto y vayámonos a otro lugar. - digo y ambos asienten.
Llegamos a un arbol enorme del cual parece que hayan estado aquí antes ya que hay restos de comida y una hoguera apagada. Decidimos instalarnos ahí.
Durante el día Walfredo se va con intención de cazar algún animal, pero en realidad vuelve con frutas y más frutas, que se ha encontrado juntas en un cesto.
A Renata y a mí nos envían un paracaídas con más verduras y frutas, como si faltarán. A más también nos envían unos potes para rellenar..
Renata y yo decidimos hacer purés con todo, para llevarlo con más facilidad.
Cenamos tarde, ya que en realidad, ninguno tiene mucha hambre. Mientras sacamos un par de purés veo un conejo y lo mato, pero nomas lo limpiamos, ya que comerlo ahora sería un autentico desperdicio.
Mientras comemos aparece el anuncio del capitolio. Ahora pasará las muertes de hoy.
Podré poner nombre al chico que maté, el chico que me convirtió en una asesina.
Empiezan a aparecer caras, Cemoc distrito dos, Larry distrito seis, Cloe del mismo.
Entonces a todos se nos corta el aire: Leria, distrito 8.
Veo como Ladislao se vuelve pálido, tanto que podría confundirlo con un muñeco de porcelana.
Renata tiene cara de preocupación, si ha muerto Leria es posible que que su hermano también.
Evig distrito 11, ese es al que yo maté.
Y acaba, lo que significa que Ladislao está vivo.
Y debemos empezar a dirigirnos a la cournucopia. Llegamos a la cournucopia y ahí está Ladislao, o una versión destrozada de lo que era él: tiene una cicatriz bastante grande en la barbilla, un pañuelo en la muñeca manchado de sangre, camina cojo, y tiene las extremidades cubiertas de hematomas.
Por no hablar de su vestimenta, la cual esta destrozada, con salpicaduras de sangre y quemada.

Renata le abraza y yo le saludo y le felicito. Sin embargo Walfredo se limita a ignorarle.

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