No
esta muerto pero no podrá seguirnos. Aprovecho para quitarle la
bolsa y los cuchillos. En ese momento oigo como Renata chilla, me
giro y veo que una niña no mucho mayor que ella se le lanza encima
con un cuchillo le va rajar, y no se lo consentiré. Si me lanzó no
me dará tiempo, pero de momento no quiero matar a nadie, siento que
soy incapaz, por lo tanto decido hacer lo que hizo Katniss y lanzo a
la niña un cuchillo que le da justo en la mano, lo que hace que se
desvíe y que le haga un rasguño a Renata en la mejilla derecha. La
niña se aparta y me mira con odio, en ese momento, en esa milésima
de segundo su expresión se me hace muy familiar.
Es
la nieta de Snow. “Mierda” pienso y por un momento temo que me
maten, pero luego recuerdo que Snow está muerto y que ahora las
normas han cambiado.
Agarro
a Renata de la muñeca y huimos hacia el oeste con la bolsa y
cuchillo del chico. Después de muchos metros en dirección oeste y
sin girar, veo unos arboles en una posición perfecta para montar un
mini campamento.
Empiezo
a preparar el terreno en silencio y unos momentos más tarde Renata
se une a mí, en silencio también. Cuando acabamos nos sentamos cara
a cara, cada una apoyada en un árbol.
No
es el trabajo más agotador, pero sin agua ni comida se hace pesado.
Justo
en ese instante pasa una chica “corriendo” (se nota que no es de
las que están acostumbradas a hacerlo por la dificultad que tiene al
respirar), sin embargo no corre como si huyera de alguien, sino de
algo, de la cournucopia. Del baño de sangre. Seguro que estar ahí
ha sido un autentico infierno. Y me alegro de no haber estado ahí
para presenciarlo.
Renata
al ver a la chica tiene un impulso de levantarse para seguirla, pero
antes me mira como preguntándomelo, yo niego con la cabeza y ella se
vuelve acomodar. Estamos calladas durante horas hasta que ella dice,
no sin antes tragar saliva:
-¿Les
faltará mucho?
-No
lo sé, la verdad, estarán por llegar.
-Tengo
hambre... - lo dice tan bajito que dudo que cualquier micrófono lo
oiga.
-Estarán
cogiendo el máximo de previsiones, vendrán cargados y cansados, es
normal. - no lo digo para tranquilizarla, si no porque realmente lo
creo así.
Y
volvemos a permanecer en silencio .
-Déjame
verte la herida.
-Bah.
No es nada. - dice ella quitándole importancia.
Sé
que no es nada importante, pero siento la necesidad de protegerla,
siento que si le pasa algo su hermano podrá prescindir de mi. Y no
solo eso, me han dejado la tarea fácil, cuidar de una chica de 13
años mientras ellos luchaban en la cournucopia así que lo mínimo
que puedo hacer es mantenerla a salvo.
-
Venga, tengo agua, deja al menos que te la limpie.
Gira
la cara dejándome un primer plano de la herida, así que busco en la
bolsa un poco de agua y se la limpio.
Antes
de el atardecer llegan los otros y revisamos previsiones.
-Así
que a cambio de la herida de Renata hemos conseguido esta bolsa y
estos cuchillos. - dice Walfredo como si estuviera contando un chiste
buenísimo. Y tal vez lo sea porque Renata y Leria empiezan a reírse
como un par de locas.
Decido
unirme a ellos.
Sin
embargo Ladislao se va a preparar el “campamento” en el cual
probablemente pasaremos unos días.
Rebusco
en la bolsa que arrebaté a aquel chico y encuentro una manta
bastante amplia que nos irá bien a la hora de dormir, no notaremos
tan duro el suelo.
Después
de cenar dos manzanas y un poco de leche se acuestan. Ladislao y yo
discutimos un poco para ver cual de los dos hace el primer turno, y
al final me da permiso para que lo haga yo. No es porque me haga
ilusión hacer el primer turno o porque así luego duermo seguido,
sino porque quiero ver cuantos tributos han caído y conocer mejor la
dinámica.
Cinco
muertos, diría que son relativamente pocos en comparación a otros
años, imagino que deben estar escondidos por toda la de la arena, me
planteo la posibilidad de que no se muevan de sus escondites, y no
quiero imaginar la cantidad de crueldades que tendrán preparadas
para sacarlos de ahí. Me saco rápidamente esa idea de la cabeza.
Entre
los muertos aparece la chica que vimos huir, Mimi se llamaba. Por
suerte entre ellos no aparece el chico al que plaqué y pateé, y me
alegro de no ser aún una asesina. Sé que en algún momento tendré
que matar, pero personalmente no me veo capaz de hacerlo aún.
A
la mañana siguiente me despierto fresca como una rosa, cosa
rara puesto que estoy en una especie de infierno.
Veo
a Leria y Walfredo riendo juntos y muy unidos, tal vez demasiado.
Claro que borro rápidamente la idea de mi mente porque esta claro
que son como hermanos.
Nos
sentamos todos juntos a desayunar un par de galletas y un unos frutos
secos.
-Creo
que deberíamos ir a por más comida. - dice Leria.
-Tenemos
suficiente comida. - dice Walfredo sin dar más vueltas. Ve que Leria
le va a discutir y continua. - No vale la pena poner en peligro
vuestras vidas por comida, que por el momento, tenemos.
-Más
vale que sobre a que falte. - Dice ella a regañadientes.
-Dejala
que vaya, ya es mayorcita. - se mete en la conversación Ladislao,
riendo, como queriendo recordarle que no es su hermana pequeña.
-Ya
bueno manda tú a Renata sola a por comida. - salta Walfredo.
-Soy
mayor. - recalca Leria.
-No
irás sola. - dice Walfredo como cerrando el tema. - Y hoy Ladislao y
yo hemos acordado quedarnos, hoy aquí.
-Podría
ir yo.- digo y todos se voltean como si antes no se hubieran
percatado de mi existencia.
-De
acuerdo. - acepta Walfredo. - Pero sobretodo no comáis nada que no
sepáis seguro que no es venenoso.
-Tendremos
que probarlo para saber si es comestible...- bromea Leria, pero
Walfredo le envía una mirada de esas que matan. - Que sí, que sí,
ya lo sabemos. - añade poniendo los ojos en blanco.
Así
que ella carga sus cuchillos y su arco mientras yo cargo mi espada y
mis dardos.
Antes
de irnos Walfredo me alcanza dos sacos y añade un “cuida de ella”.
Walfredo
es el típico hermano mayor sobre-protector, incluso más que
Ladislao, creo.
Después
de veintidós minutos, en la misma dirección en la huyó Mimi,
llegamos a una especie de jardín paradisíaco que contrasta del
resto de la arena, la cual está llena de vegetación podrida y/o
muerta.
-Bienvenida
al cielo. ¿Unas bayas? - me ofrece Leria.
-Claro.
- justo en el instante veo una comadreja y en lugar de coger las
bayas las lazo por los aires.
-Beaty,
eres muy rara.- me dice riéndose
-
Rara no, diferente. - le corrijo.- Ahora calla y mira. - le señalo
una comadreja que acaba de salir de los arbustos y esta comiéndose
las bayas. Y justo cuando acaba muere.
-¿Como
lo sabias? - me pregunta sorprendida.
-Soy
fan de los juegos. - en este momento me alegro de que Annie me
obligara a tragarme todos los juegos. - Septuagésimo cuartos juegos,
una tributo apodada Comadreja murió tras comérselas. Y allí,
esas flores de pinta deliciosa, segundo vasallaje de los veinticinco,
letales, pero una chica las aprovechó, mojo sus dardos en ellas, -
explico a la vez que lo hago. - y con eso mataba cualquier ser vivo.
- apunto a otra comadreja.
-¿Nos
la podemos comer? - me pregunta señalando el animal.
-Ni
de broma.
Al
final del día solo encontramos unas cerezas y tres conejos, sin
embargo tenemos información sobre los juegos.
Están
conmemorando a todos aquellos que murieron en la arena.
Al
llegar al “campamento” primero nos miran decepcionados.
-Poner
vuestra vida en peligro a cambio de esto...- dice Walfredo
despreciandolo – en fin. - concluye.
-Mejor
esto que nada. - nos defiende Ladislao.
-
A más tenemos algo mejor que comida.- se chulea Leria – Beaty,
cuéntales lo que hemos averiguado.
No
me gusta nada hacer esto. No soy tan chula, y no me saldrá la
actitud que Leria quiere que saque.
-Bueno,
en medio de mucha vegetación muerta encontramos un pequeño jardín
lleno de color, pero totalmente venenoso. El caso es que por lo visto
este año a más de vengarse del capitolio, los distritos están
conmemorando los tributos caídos. Utilizando elementos en la arena
que años anteriores mataron a sus tributos.
Y
creo que hay más jardines como ese. Serán fáciles de encontrar, el
contraste es muy grande.
-Eso
es bueno , ahora tenemos ventaja ¿no? - salta Renata y veo como la
cara se le ilumina.
-Exacto.
- Le dice su hermano y le guiña un ojo. - Por cierto esta noche me
toca el primer turno.
-Es
que me gustaría saber quien ha muerto.
-Nadie,
no han habido cañonazos.
Entonces
se me congela el corazón, pienso en las crueles que tendrán
preparadas para nosotros.
A
la mañana siguiente decidimos dividirnos.
-Ladis,
me dijiste que no te separarías de mi - reprocha Renata a su hermano
mayor.
Entonces
me viene un flashback, cuando estaba bajo tierra con Austin,
me pidió que no me separara de él y mira, ahora estoy aquí a no sé
cuantos kilómetros de casa.
-Ya
lo sé, pero es necesario. Y solo es temporal.
-Pero...
-Nada
de peros. ¿Qué crees que pasará si siguen escondidos, y no hay
asesinatos? - calla Ladislao a su hermana.
Es
increíble la manera en la que trata a su hermana, no la trata mal,
pero es muy duro teniendo en cuenta que Renata tiene poco más de
trece años.
-
Leria y yo iremos a vaciar esto un poco, vosotros ir en busca de
comida y esas cosas, en dos días a medianoche en la cournucopia
quedamos todos.
Todos
asentimos, repartimos las previsiones y nos separamos. Nosotros en
dirección norte y ellos hacia el sur.
En
medio del camino nos encontramos con un niño de unos 14 años con mi
mazo.
Entonces
todos le apuntamos con nuestras armas.
-
Deja el mazo en el suelo y vete corriendo.
Nos
hace caso, me sabe mal pero de hecho le hemos dejado vivir, debería
agradecer eso.
Bueno
tal vez tanto como agradecer no, pero se puede conformar, supongo.
No,
no lo veo justo, cojo dos cuchillos y le sigo corriendo, nota que le
sigo y se pone a correr. Y yo también.
-
¡Quieto! ¡No te haré nada, te quiero dar armas! No me gusta
haberte dejado sin.
-Me
las darás clavándome las, que no soy idiota. - dice mientras se
dirige a un árbol para escalarlo.
Entonces
lanzo dos cuchillos para clavarlos en el árbol.
-Quedatelos.
- le digo y vuelvo con los otros.
A
menos de treinta minutos nos encontramos con otro jardín, en el cual
hay un lago, que viene de un río subterráneo, a mi derecha hay un
cristal y al otro lado de este una pecera gigante, de unos siete
metros de altura y a saber cuantos de ancho.
A
diferencia del jardín que encontramos ayer, aquí todo es
comestible.
Quiero
coger agua pero tal vez contenga veneno.
-Será
mejor que no cojamos el agua. - digo, y justo en ese instante cae
nuestro primer paracaídas que contiene una cantimplora con filtrador
de agua. - Gracias.- digo sin saber exactamente a quien me dirijo.
Empezamos
a recolectar, entonces veo una liebre salir de entre los arbustos una
huyendo de algo, cuando dirijo la vista veo claramente que es el
principio de la niebla venenosa.
-Tenemos
que salir de aquí.
Cuando
estoy a punto de irme Renata me para los pies. Y me señala a la
liebre que he visto antes.
-Hay
un campo de fuerza, ha rebotado. - me explica Renata.
-Tenemos
que salir. De lo contrario moriremos.
-¿Que
sugieres? - me pregunta Walfredo.
-Sé
que sonara una locura, y que tal vez nos ahoguemos... - suspiro y
tomo aire. - rompamos esa pecera.
-¡¿Qué?!
- me preguntan ambos a unisono.
-Mirar,
si no lo hacemos la niebla nos matará, si lo hacemos hay
posibilidades de sobrevivir.
Dicho
esto empezamos a rayar el cristal, cuando veo que esta suficiente
rayada empiezo a dar con el mazo y consigo hacer un agujero. Empiezo
a notar la niebla. Renata sigue rayando desesperadamente. Hago otro
agujero. Walfrezo va haciendo mis agujeros más grandes. La niebla se
intensifica. Decido coger un tronco enorme y dar el golpe final.
Empaquetamos las armas y la comida. Cogemos entre los tres el tronco
y damos tres golpes y esta bastante fracturado pero no se rompe.
Suelto el tronco y doy una patada, un puñetazo y finalmente me lazo
contra él, y en ese instante se rompe.
Me
noto rota, no sé si hay alguna parte del cuerpo que no me duela.
Abro los ojos, y a escasos metros de mi veo a Walfredo. De pie
observándome. No veo a Renata.
Me
dispongo a ponerme en pie para buscarle.
-
Espera a que te quite esos cristales. - miro mi brazo esta lleno de
ellos.
-
No, tardarás mucho. A saber como esta Renata. El tiempo puede
salvarla o matarla.
-Vale,
busquemos a Renata.
La
encontramos escondida en una cueva en posición defensiva con un
cuchillo por delante. Nunca había visto a nadie tan alerta como lo
estaba ella en ese momento. Al vernos se le abren los ojos como
platos. Se me lanza encima y me abraza entre sollozos.
Me
esta haciendo daño pero no lo digo, porque en parte tampoco quiero
que se separe.
-Bueno
chicas vamos a limpiar vuestras heridas.- dice Walfredo.
Las
heridas de él ya se las ha limpiado, bueno, la herida, ya que solo
tiene una en el antebrazo izquierdo.
-
Empecemos por Beaty. - dice Renata y no me opongo.
Tengo
el brazo lleno de cristales y realmente me hace un daño
insoportable.
Walfredo
me pasa un palo.
-No
tenemos anastasia, lo siento.
Lo
acepto y lo muerdo.
Llega
la hora de cenar, y nadie tiene hambre pero nos obligamos a comer
cuatro cerezas cada uno y bebemos mucha agua.
Todos
queríamos ver los muertos de hoy, así que no haremos turnos hasta
después de ver los caídos.
Los
dos representantes del distrito 5, Dago y Zendaya. Se veía venir,
nose como han aguantado durante más de dos horas. En los
entrenamientos estaban tan asustados que no daban palo al agua.
También
ha muerto Raymon, quién si me sorprende, ya que vi como habia
conseguido una mochila perfecta y llena de cuchillos. Era
prácticamente lo mejor alrededor de la cournucopia. Y a pesar de
tenerlo ha muerto.
El
primer turno lo hará Walfredo, el siguiente Renata y finalmante yo.
Pero
algo va mal esa noche.
Estoy
otra vez en la cournucopia, y oigo gritar a Renata, pero para cuando
llego a ella ya es tarde.
Me
despierto sudando, pero me relajo un poco al saber que tan solo era
un sueño, o eso creía.
Vuelvo
a oírle gritar pero esta vez alguien le hace callar.
-Sht.
Como despiertes a alguien no saldrás viva de esta. Ahora coge
vuestras cosas y dámelas y a ti te perdonaré la vida.
-
¿Pero los otros? - pregunta Renata.
-
Oye, ya es mucho que te perdone a ti, no soy Dios para irles
perdonando a todos.
Renata
está de cara a mi, y entre ella y yo esta el chico.
Ella
me ve, ya que hay un poco de luz, y yo le hago señas para que haga
como si no me hubiera visto. Estiro el brazo para alcanzar el mazo, y
me levanto poco a poco, Renata empieza a recoger cosas que tiene
cerca mientras el chico le apunta con una espada.
Cuando
estoy a menos de un metro dudo un poco, pero entonces se gira y no
tengo más tiempo, le doy en la sien izquierda con todas mis fuerzas
y cae al suelo.
Renata
se apresura a quitarle la espada.
Estoy
al lado del chico casi muerto, esta sufriendo, lo mejor seria acabar
de matarlo.
Pero
no sé si estoy preparada para hacerlo.
-Si
quieres despierto a Walfredo para que acabe de matarlo.- me sugiere
Renata.
Niego
con la cabeza.
-
Tarde o temprano tendré que matar, y cuanto antes mejor. - digo yo.
- me puedes alcanzar los dardos.
Me
lo pasa y mojo uno en unas flores que recolecte el otro día con
Leria.
Me
coloco a una distancia y disparo.
Se
oye un cañonazo que hace que Walfredo se despierte.
-
Recojamos esto y vayámonos a otro lugar. - digo y ambos asienten.
Llegamos
a un arbol enorme del cual parece que hayan estado aquí antes ya que
hay restos de comida y una hoguera apagada. Decidimos instalarnos
ahí.
Durante
el día Walfredo se va con intención de cazar algún animal, pero en
realidad vuelve con frutas y más frutas, que se ha encontrado juntas
en un cesto.
A
Renata y a mí nos envían un paracaídas con más verduras y frutas,
como si faltarán. A más también nos envían unos potes para
rellenar..
Renata
y yo decidimos hacer purés con todo, para llevarlo con más
facilidad.
Cenamos
tarde, ya que en realidad, ninguno tiene mucha hambre. Mientras
sacamos un par de purés veo un conejo y lo mato, pero nomas lo
limpiamos, ya que comerlo ahora sería un autentico desperdicio.
Mientras
comemos aparece el anuncio del capitolio. Ahora pasará las muertes
de hoy.
Podré
poner nombre al chico que maté, el chico que me convirtió en una
asesina.
Empiezan
a aparecer caras, Cemoc distrito dos, Larry distrito seis, Cloe del
mismo.
Entonces
a todos se nos corta el aire: Leria, distrito 8.
Veo
como Ladislao se vuelve pálido, tanto que podría confundirlo con un
muñeco de porcelana.
Renata
tiene cara de preocupación, si ha muerto Leria es posible que que su
hermano también.
Evig
distrito 11, ese es al que yo maté.
Y
acaba, lo que significa que Ladislao está vivo.
Y
debemos empezar a dirigirnos a la cournucopia. Llegamos a la
cournucopia y ahí está Ladislao, o una versión destrozada de lo
que era él: tiene una cicatriz bastante grande en la barbilla, un
pañuelo en la muñeca manchado de sangre, camina cojo, y tiene las
extremidades cubiertas de hematomas.
Por
no hablar de su vestimenta, la cual esta destrozada, con salpicaduras
de sangre y quemada.
Renata
le abraza y yo le saludo y le felicito. Sin embargo Walfredo se
limita a ignorarle.
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Crítcas constructiva, no destructivas, gracias =)